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Impacto del COVID-19 en los Niños

El impacto social que tiene la contracción económica que ha generado la pandemia debe ser abordado con la misma prioridad que se atienden otros sectores, especialmente con la población vulnerable del país.

La pandemia ha hecho evidente la fragilidad en nuestros sistemas sociales, no únicamente en salud, también nuestro sistema educativo ha debido reaccionar, así como la crisis alimentaria histórica en familias en riesgo en un país como el nuestro,  en el que existen comunidades en donde la desnutrición crónica supera el 80%.  

En Guatemala, hacer esta reflexión es crítico, para que las estrategias de atención a la pandemia contemplen este contexto y no abandonen los programas y acciones dirigidos a resolver las deficiencias de estos sistemas sociales, con metas claras de avance.     Ejemplo de ello es la Gran Cruzada por la Nutrición, el compromiso de gobierno para reducción de la desnutrición crónica, así como los programas de calidad educativa del Ministerio de Educación.   Estos programas deben seguir adelante para que aún con la pandemia, el país pueda seguir abordando los retos pre-pandemia.

El efecto de la pandemia y las medidas adoptadas por el gobierno, especialmente lo relacionado con el distanciamiento social, han tenido un impacto económico importante en el país, provocando contracción económica.    La economía informal en Guatemala antes del Covid-19 era cerca del 70% y el 95% de los hogares dependen de la economía informal.    Tradicionalmente, a estos hogares el sustento de alimentación llegaba día a día.

Los datos de salud indican que en Guatemala los recursos son muy limitados.   Las debilidades históricas en el primer nivel de atención y el indicador de menos de 1 cama por cada 100 mil habitantes, comparado con México que tiene 2 camas por cada 100 mil habitantes,  presentan un verdadero desafío para el país.   No hay  duda que no contamos  con la infraestructura en salud necesaria para responder a la pandemia.

En el sector educativo, los más 49,000 establecimientos educativos cerraron desde la aparición del primer caso.   El programa que el Ministerio de Educación impulsó, Aprendo en Casa, buscaba atender a más de 4 millones de alumnos inscritos en todos los niveles escolares.  Todo un dilema para un país sin la infraestructura tecnológica para impulsar la educación a distancia y para apoyarse en padres y madres de familia cuyos recursos sociales y educativos son limitados.

El fundamento de esta educación a distancia debió construirse con base a los limitados alcances de infraestructura tecnológica del país, debido a ello contempló otros vehículos de entrega como radio y televisión.   Para ubicarnos en contexto,  el número de familias sin servicio de energía en Guatemala, según censo 2018, asciende a 287,437 hogares de un total de 3.3 millones a nivel nacional (un 8.7% sin electricidad).    De los 14.9 millones de personas en el censo,  solamente 3.6 millones (29.3%) tiene acceso a internet y cerca de 566,000 hogares cuentan con servicio de internet residencial.

Las acciones prioritarias para la población de niños en el país,  radican en la atención en salud,  específicamente focalizada en áreas urbano marginales y rurales;  la implementación de intervenciones eficientes que atiendan las necesidades de hambre con componentes concretos de sostenibilidad y de resiliencia; el monitoreo constante a los docentes y padres de familia para evitar que los niños abandonen la escuela; y por último, el acompañamiento a las acciones orientadas al regreso a la escuela, de manera que sea una decisión segura para los niños y la comunidad educativa.

Belia Meneses
Directora Ejecutiva, United Way Guatemala

United Way Guatemala

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